La Fantasía Se Esconde en las Yemas de los Dedos
- Edu C

- 27 jul
- 2 Min. de lectura
Empieza de forma inocente.
Estás tumbado boca abajo sobre la camilla, con una toalla cubriéndote las caderas, respirando lento y profundo. La luz es tenue, la música flota en el aire como un susurro. El aroma del aceite tibio y la lavanda te envuelve como un hechizo suave. Te dijiste que esto sería un masaje normal. Terapéutico. Profesional.
Pero entonces…
Notas cómo sus manos se detienen—no dudan, exactamente, pero tampoco siguen avanzando. Se quedan en la base de tu columna, con los pulgares presionando con firmeza a ambos lados. Hay intención. Hay presencia. Pero también hay algo más.
Te quedas quieto.
Sus manos suben de nuevo, recorren las costillas con lentitud, y bajan aún más despacio. El aceite cálido. La caricia controlada. Cuando llega a tus caderas, una mano se desliza apenas bajo la toalla—no lo suficiente como para cruzar ninguna línea, pero sí para despertar algo en ti.
Inhalas por la nariz y sueltas el aire.
Te dices que no pasa nada. Solo es parte del masaje.
Y sin embargo…
Cuando cambia de posición y se mueve hacia tu costado, su pelvis roza tu codo. Leve. Podría haber sido un accidente. Pero no se siente como uno. Hay peso. Hay calor.
Se inclina un poco más. Su codo sube por tu espalda, pasa por tu hombro, y baja. Sientes su pecho contra tu espalda, su aliento cálido junto a tu oreja.
Aún no se dice nada.
Presiona los nudos detrás de tu hombro y tu cuerpo se arquea ligeramente—casi sin querer. Se escapa un sonido suave. No es un gemido, no todavía, pero es algo vulnerable. Algo abierto.
Y es ahí cuando su mano, moviéndose por tu costado, roza apenas el borde de tu pezón. Ya no hay duda: ha sido intencional.
Y por un momento, todo cambia.
Ya no hay solo lavanda y música suave.
Tu corazón late más rápido.
Tu sexo empieza a despertar.
Ya no estás solo en una camilla. Estás en un lugar suspendido entre realidades—donde el deseo parpadea como una vela encendida, y el silencio se convierte en una caricia más.
No hablas. Él tampoco.
Pero la fantasía ya ha comenzado.
Y se esconde en las yemas de los dedos.
¿Alguna vez has fantaseado con lo que podría pasar durante un masaje?
Atrévete a descubrirlo.
Ven a vivir un masaje sensual—lento, presente, y afinado a tu energía.
.jpeg)








Comentarios