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Eros Después de Sanar: Del Colapso a la Confianza

  • Foto del escritor: Edu C
    Edu C
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura
male chest

Antes de seguir, quiero dejar algo muy claro:

cuando hablo de Eros, no me refiero solo al sexo.


Hablo de la energía que existe debajo del sexo, ese pulso de vitalidad que conecta la respiración, el cuerpo, la emoción y la verdad.

Es el calor que se despierta en el pecho cuando alguien te ve de verdad.

Es ese deseo suave, sin vergüenza.

Es la sensación de estar despierto en tu propia piel.


El Eros puede expresarse sexualmente, sí, pero también aparece en la presencia, en la ternura, en la curiosidad, en los límites, en la vulnerabilidad y en la valentía de ser honesto.


Durante muchos años, esta parte de mí estaba envuelta en miedo, confusión y colapso interno.

Sanarla lo cambió todo,  y es la razón por la que puedo ofrecer el trabajo que ofrezco hoy.


Mis Años Jóvenes: Colapso, Confusión y Señales Cruzadas


En mis primeros años, mi expresión erótica era como una casa construida sobre un terreno inestable.


Sentía deseo, pero me daba miedo.

Buscaba conexión, pero no sabía cómo habitarla.

Mi sistema nervioso no sabía sostener la intensidad,  o se tensaba, o desaparecía.


A veces parecía que vivía dentro de dos cuerpos:

• uno que deseaba profundamente,

• y otro que se apagaba en cuanto ese deseo importaba.


El contacto se sentía como una prueba.

La intimidad, como entrar en una habitación con reglas que no conocía.

A veces sobreactuaba.

A veces me derrumbaba.

Muy a menudo, cargaba con una vergüenza silenciosa.


Pero no había nada roto.

Solo había heridas, guiones antiguos y falta de seguridad interna.


Lo que necesitaba era presencia.

Y necesitaba sanar.


Cómo la Sanación Cambió mi Relación con el Eros


Con los años hice el trabajo: emocional, somático, espiritual, chamánico, relacional.

No fue de golpe.

No fue dramático.

Fue más bien un deshielo.


Poco a poco, el Eros empezó a transformarse.


Dejó de ser algo que me desbordaba o que se me escapaba de las manos.

Se convirtió en algo con lo que podía sentarme,

con lo que podía respirar,

algo que podía escuchar.


En vez de abandonarme frente al deseo, pude quedarme.

En vez de temer la intensidad, aprendí a sostenerla.

En vez de actuar, simplemente fui yo mismo.


Este cambio no tuvo que ver con ser “más sexual”.

Tuvo que ver con estar menos inhibido por dentro.


Y quiero decir esto sin rodeos:

estar menos inhibido no significa ser imprudente.


No significa dejarse llevar por el impulso ni saltarse los límites.

Significa tener tanta seguridad interna que puedo sentir el deseo sin que él me conduzca.

Significa tener más control, no menos,  más capacidad, más elección, más precisión.

La sanación no desató el caos; cultivó discernimiento.


A medida que las paredes internas se ablandaron, emergió una inteligencia erótica más natural: segura, enraizada y profundamente humana.


Hoy: Eros como Soberanía y Servicio


Ahora, cuando un hombre viene a verme, conoce a alguien muy diferente del que yo fui.


Conoce a un hombre que:

• se mantiene presente ante la energía erótica

• no se derrumba frente a la intensidad

• no busca complacer ni impresionar

• no confunde deseo con peligro

• sostiene límites con claridad y compasión

• escucha con todo el cuerpo

• trata el Eros como un espacio sagrado, no como una transacción


Mi capacidad actual no es algo que “haga”.

Es algo que he construido.


El Eros ya no es un campo de batalla.

Es una forma de soberanía.


Los clientes lo sienten al instante,  aun sin lenguaje técnico.

Perciben la estabilidad, la calma, la honestidad limpia, la ausencia de vergüenza.

Sienten que entran en un espacio donde el deseo no es peligroso, donde la sexualidad no es una actuación, y donde su verdad puede respirar.


Por Qué Esto Importa en mi Trabajo


Los hombres llegan a mí con miedo, confusión, vergüenza, deseo, heridas antiguas.

Llegan tensos, contraídos o perdidos.

Llegan con los mismos patrones que yo viví.


Y puedo sostenerlos,  no porque tenga “técnicas”,

sino porque yo también he recorrido ese camino.


He conocido el temblor.

El colapso.

La confusión.

Y también la libertad que viene después.


Acompaño procesos de sanación erótica no porque esté desinhibido,

sino porque he aprendido a ser libre.


Una cosa es rebelarse.

Otra es integrar.


Y la integración lo cambia todo.

 
 
 

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