Por qué elegí la sanación erótica como mi camino: una historia personal de intimidad, identidad y servicio
- Edu C
- 18 abr
- 4 Min. de lectura

En 2008, comencé un programa de terapia de masaje con una profunda curiosidad por el cuerpo humano. Me fascinaba no solo la estructura física —los músculos, el movimiento— sino todo el paisaje del tacto: cómo puede sanar, calmar, despertar y conectar. Estudié desde anatomía y patología hasta ética y presencia terapéutica. En ese momento no sabía que todo eso me llevaría al trabajo tan único y sagrado que hago hoy, pero mirando hacia atrás, siento que cada paso formaba parte del camino.
Hoy trabajo como masajista tántrico y acompañante íntimo sagrado, creando espacios para que los hombres —especialmente hombres gays, bisexuales y queer— exploren sus cuerpos, sus deseos y sus historias de manera segura, empoderadora y profundamente sanadora.
El tacto como camino hacia la totalidad
Mi trabajo vive en la intersección entre la sexualidad, la espiritualidad y la conciencia corporal. Y aunque incluye elementos clásicos del masaje erótico, lo que más me apasiona es el lado terapéutico: apoyar a hombres con traumas, temas de próstata, descubrimiento sexual a cualquier edad, o simplemente la necesidad de ser tocados con presencia y respeto.
Entiendo lo que significa cargar con la vergüenza, cuestionar si uno merece sentir placer, o sentirse desconectado de la propia energía erótica. Yo también he caminado por ese camino. Y ha sido a través de este trabajo —tanto al dar como al recibir— que he llegado a comprender el poder sanador de la energía erótica cuando se sostiene con confianza y reverencia.
Un aprendiz eterno de la expresión erótica
A lo largo de los años, mi recorrido me ha llevado a explorar muchas facetas de la expresión erótica, tanto a nivel personal como profesional. Cada experiencia ha profundizado mi comprensión de la sexualidad, no solo como un acto físico, sino como una energía viva y multidimensional que toca todos los aspectos de quiénes somos.
He aprendido mucho: sobre mi propio cuerpo y mis deseos, y también —y quizás más importante— sobre las historias, los desafíos y las búsquedas de otros. Para apoyar este crecimiento, me he sumergido en aprendizajes continuos: formaciones en tantra, intensivos de trabajo corporal, talleres y retiros enfocados en los aspectos físicos, emocionales y espirituales de la conexión erótica.
Estas enseñanzas me han ayudado a sostener espacios de forma más consciente. Me han brindado herramientas para estar presente, para empatizar, para trabajar con la energía. Y me han confirmado una verdad a la que vuelvo una y otra vez: que la sanación erótica no se trata solo de placer, sino de integración. Se trata de volver a ser completos.
La intimidad sagrada no es solo un servicio: es una práctica
Ser un íntimo sagrado significa presentarse con plena presencia. Significa honrar los límites, los deseos, los miedos y las esperanzas de cada hombre que acude a mí. Ya sea que estemos explorando conocimientos básicos sobre sexualidad, el placer prostático, o simplemente aprendiendo a respirar y sentir de nuevo, todo ello es sagrado.
Existe la idea errónea de que el trabajo erótico es solo espectáculo o fantasía. Pero en realidad, el tipo de trabajo que hago trata sobre la verdad. Se trata de permitir que alguien se muestre tal como es —a menudo por primera vez— y de ser testigo de ello sin juicio. Eso, en sí mismo, puede ser profundamente erótico. Y profundamente sanador.
Este trabajo me eligió a mí
No planeaba convertirme en acompañante íntimo sagrado. Pero con el tiempo, se volvió claro que tenía algo que ofrecer: algo enraizado en la empatía, la sabiduría encarnada y una ética sólida. Mi formación inicial en masaje me enseñó a tocar con intención, a escuchar al cuerpo, a ser un espacio seguro para el proceso del otro. Integrar el tantra, chamanismo, la presencia energética y la sanación sexual fue simplemente natural: me permitió servir de forma más completa.
Y aunque el mundo no siempre entienda este camino, yo sí lo entiendo. Veo el cambio que genera. Veo a los hombres salir más livianos, más abiertos, más enraizados. Veo cómo redescubren partes de sí mismos que pensaban perdidas, o que nunca antes habían conocido.
Hace unos años, me mudé desde la costa este de Estados Unidos a Barcelona, España —respondiendo al llamado de algo nuevo, tanto en lo personal como en lo profesional. Desde entonces, mi trabajo ha seguido evolucionando. Vivir en Europa me ha permitido conectar con clientes de muchas culturas, viajar, enseñar y ofrecer sesiones en distintas ciudades. Ha ampliado mi perspectiva, profundizado mi práctica, y me ha recordado lo universal que es la necesidad de tocar y ser tocado, de sentirse visto, de darse permiso para sentir.
Este trabajo crece conmigo. Y sigo comprometido a estar presente, a sostener, y a ofrecer una forma de sanación que une lo físico con lo espiritual.
Este es un espacio seguro para ti
Si algo en esta historia te resuena —ya sea que sientas curiosidad, cautela o simplemente el deseo de reconectar con tu cuerpo— te invito a contactarme.
Mis sesiones son confidenciales, informadas por el trauma, y siempre basadas en el respeto y el consentimiento. Ya sea que estés explorando tu erotismo por primera vez o volviendo a él tras un tiempo, estaré allí para acompañarte desde donde estés.
No estás solo en este viaje.
Y aquí, eres bienvenido.
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